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domingo, 17 de octubre de 2010

La llegada a nuestro País...

Desde fines de la década del 60 se produjo en Argentina un importante cambio en cuanto a sus movimientos migratorios. Es en este momento cuando se incrementa la llegada de grupos latinoamericanos a nuestro país, produciéndose un cambio profundo en la composición étnica del mismo. Entre estos se encontraban los inmigrantes bolivianos.
Durante la década del 40 y del 50, pequeños grupos migraron por etapas. En la década del 60 estas migraciones se hicieron más frecuentes y ya en los 70 se hicieron más numerosas.
En un principio la mayor parte de las personas que llegaron a nuestro país se asentaron en la región del Noroeste argentino; y luego su destino fue básicamente la Capital Federal.

Aquellos que se dirigieron la nuestra capital se asentaron en villas de emergencias, ya que no tenían acceso al mercado privado de la vivienda; pero luego fueron erradicados. Del total de familias trasladadas a terreno propio el 60% se distribuyó entre los partidos de Quilmes, Berazategui, Florencio Varela y General Sarmiento.
La principal causa de migración fue la económica y la búsqueda de mejores condiciones de trabajo. La mayor parte provenía de regiones rurales y las diferencias culturales entre sus comunidades de origen dificultaron la adaptación.
La migración boliviana a la Argentina se ha caracterizado por marcadas diferencias entre hombres y mujeres. Los hombres llegaron como inmigrantes laborales más que como inmigrantes permanentes. Se dedicaron principalmente al rubro construcción. Las mujeres, rara vez son inmigrantes autónomas, generalmente tienden a seguir a sus padres o a sus maridos. Ellas se han dedicado al comercio.
Los estudios más recientes permiten afirmar que los bolivianos en la Argentina participan de la característica general de inmigrantes indocumentados y de baja calificación; aunque recientemente se ha insistido en legalizar su situación.



                                                                                           
                                                                                                                                                                                                 Fatima R.